Este libro está conformado por cuatro obras de teatro en las que la acción se desarrolla en una variedad de escenarios, como el sótano de una mercería de barrio, la cocina de una humilde vivienda, la inmensidad del paisaje valletano o el living de un departamento céntrico de Neuquén capital.
Los personajes principales son en su mayoría femeninos: mujeres vulnerables y sensibles, pero también luchadoras e intuitivas, dotadas de una fortaleza que emana de sus entrañas ante la necesidad, las injusticias o la opresión. Los personajes masculinos son por lo general secundarios y aparecen como seres neutrales o como hombres oscuros y déspotas, a excepción de los hijos, que tanto en Pollito como en Palabras que no dijimos representan una nueva masculinidad.
Las tramas son atrapantes desde el comienzo, en ocasiones envueltas en un halo de misticismo, incluso de esoterismo, donde elementos o circunstancias que a la vista de los lectores y las lectoras pueden parecer cotidianos se convierten en extrañezas, sembrando la duda inevitable. Oscuros secretos enterrados por siempre, luchas por la tierra y la vida, y un amor que excede las palabras y los prejuicios de la sociedad pueblan estas páginas.